domingo, 15 de marzo de 2009

Désespéré, mais tranquille

"Cuando alguien es herido emocionalmente, inmediatamente crea barreras de defensa, sea cual sea, pero las crea, las personas se separan. La persona ofensora no es, probablemente, alguien que quiso hacerlo para herir al otro, ese infringir dolor puede obedecer a diversos factores no personales, el atacante no es en sí malvado, no en sí tiene algo en contra del ofendido, son factores externos. Pasado el conflicto la persona ofendida creará mecanismos para que tal dolor emocional no vuelva a suceder, controlando sus actos para que eso no ocurra de nuevo: puedes ser hostil al ofensor, complaciente al ofensor (tratar de no hacerlo enojar), indiferente al ofensor, etc. Incluso si la persona ofendida se diera cuenta que no fue un ataque personal y casi nunca hay posibilidad que esa ofensa pase, prefiere acatarse a sus medidas de protección porque el miedo, en ese momento, crece a partir de lo que pasó y se desea intensamente que tal evento no vuelva a ocurrir"

Esta cita ci-dessous es un pensamiento que concreté cuando fui, justamente, herido emocionalmente: nada mejor que el momento fresco para dar rienda suelta al entendimiento de ti mismo, de tus pensamientos. Pero, esto es sólo bocetos, sólo proyectos para lo que puede ser desarrollado en manera más o menos amplia. Y la idea es la siguiente: la fuerza de este razonamiento defensivo, infantil y natural concerniente al discernimiento del bien y el mal. (los anteriores adjetivos no tienen ningún sentido peyorativo: únicamente tratan de explicar un tema).


Las personas tienden a razonar los actos con juicios. Esto es algo no razonado porque, según entiendo, según formulo esta explicación, juzgar es sentir. Este punto es importante: el juzgar algo, decir si estás de acuerdo o no, se basa en las propias experiencias, en lo que te ha herido, en lo que te ha sido útil, en lo que te a causado placer, en lo que podrías sentir en determinada situación, etc. Me explico con dos ejemplos: Cuando alguien es robado, aquel se siente atacado, siente que quiere eso y ya no lo tiene lo que piensa es: "Me han robado, eso no debería pasar, quien me robó es malo, debería haber una punición para tal persona, etc.". Se hace toda una ley a partir de la propia experiencia, sin entender el acto en sí, siendo dominado por los sentimientos al perder algo y no por verdaderas razones, sino, sentimientos de furia, sentimientos de dolor, de necesidad de protección, etc. Otro ejemplo es el considerar a una persona como buena a la luz de sus actos: una persona solidaria es alguien que ayuda a otro, al propósito del otro: que alguien te ayude a lograr algo para ti es algo reconfortante, que te puede hacer sentir feliz, estable. Si alguna vez alguien a sentido eso lo encontrará placentero y será considerado de bueno. Estos son simples ejemplos del juicio pero en realidad va más allá de ser sentimientos pensados: es la raíz de los conflictos.


El estar de acuerdo o el estar en desacuerdo son juicios sobre una forma de ver la vida, sobre un pensar: es decir, según tu criterio, si esto que dice el otro debería ser o no. Es una censura, es una puerta cerrada a un posible universo, o un ennoblecimiento de una postura que va de acuerdo con la tuya, aquella que has creado de acuerdoa tus experiencias de dolor o de goce. Más aún, la tolerancia se muestra como una manera de cohexistir pacíficamente entre ideologías, pero no es más que la reafirmación de estar de acuerdo o no, que da paso a una incomprensión del otro, un ánimo a pensar que yo estoy correcto y esta es mi verdad, tal vez modificable, pero verdad al fin y al cabo. En sí, esos pensamientos no cohabitan, sino es que se discuten y se piensan para hacer una única forma de pensar con el estandarte de "algo hay que hacer con esta situación, por eso esto es lo correcto". Tampoco apunto por un pensamiento de que todo es verdad, apunto por el pensamiento que existe una gran posibilidad de que estemos equivocados, y esto pensamos. Y he allí el punto, no existe ánimos de juzgar los pensamientos, sólo de entenderlos, de saber qué es lo que piensa el otro.

Imaginemos los conflictos de medio oriente: las personas luchan por su religión, la misma religión te dice que lo que está establecido es lo verdadero, lo correcto y que los demás están errados. Este pensamiento crea más de lo que ellos supuestamente no quieren: inestabilidad y muerte. No hay ningún establecimiento de ideología, ningún avance, sólo destrucción y odio. El pensamiento continuo es de supervivencia, no hay desarrollo en un país tan inestable.

Ahora pensemos que Dios existe y que lo que dice la biblia cristiana es verdadero. Otra persona nos dice que no es cierto, que está en desacuerdo y que nos lo puede probar. Entonces lista, por ejemplo, a los personajes de otras religiones que se parecen a Jesús y argumenta, también, el enriquecimiento de El Vaticano. Entonces yo argumento que eso no es verdad y que en realidad es una malinterpretación de los manuscritos de otras culturas, además digo que El Vaticano no gana tanto como se piensa y que una empresa mediana de EE.UU. gana mucho más que ellos. Y los dos llegan a un punto inconciliable de desacuerdo en el cual dicen: está bien, no estoy de acuerdo, pero tolero tu pensamiento. Pregunto: ¿No hubiera sido más enriquecedor y más próximo a la verdad el hacer, con lo que piensan, una genealogía y un análisis del tema en sí? ¿Por qué sólo hicieron una comptencia de saber quién tiene la razón, de probar que yo tengo la verdad y por eso he ganado? Y eso nos lleva al siguiente punto: la competencia.

La competencia es un estado de intranquilidad, de supuesto incentivo para mejorar a partir de querer ganar. No existe un gusto en sí de mejorar o de hacer algo más eficiente o de llegar a un punto: sólo existe el interés propio y el pensamiento repetido mil veces en la cabeza de querer ganar. No hay una verdadera motivación de querer descubrir algo o explicar qué es lo que pasa, sino un pensamiento de querer ganar o, tal vez, de no perder.

Y, esta competencia se relaciona mucho con el razonamiento de definición del bien y el mal porque es una relación entendida como el perder o ganar cuando hay una herida emocional, es un sentimiento muy arraigado, aunque también aprendido, de tomar las cosas personalmente y pelear o refugiarse, crear barreras cuando se es herido. El juicio de los actos de otra persona es también una herida emocional, es una desaprobación o ennoblecimiento de los demás, creando en la persona juzgada un dolor al rechazo o un sentimiento de felicidad al ser aprobado, incluido.El dolor, los sentimientos encontrados y las reacciones inmediatas nublan el razocinio y crean juicios para no sentir dolor o para sentir más placer.

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